El mejor tratamiento es evitar que aparezcan las contracturas, pero si en tu caso ya han aparecido puedes intentar aliviarlas con estos consejos:
Termoterapia: consiste en aplicar calor local para conseguir un efecto relajante. Se puede administrar con una almohada eléctrica, por ejemplo. de forma moderada con tiempos de 15 minutos a lo largo del día.
Hidroterapia: son estiramientos o ejercicios acuáticos que puedes realizar en la zona sauna de tu gimnasio. En su defecto una ducha de agua caliente sobre la zona puede ayudar a relajarte.
Estiramientos: lentos y suaves varias veces al día.
Masajes: siempre proporcionados por un profesional, porque en el caso de que no se den de forma correcta pueden causar un daño mayor.
Terapia de contraste: alterna la aplicación de frío calor de la siguiente manera:
Pon una toalla humedecida en agua caliente sobre el área con dolor déjalo durante 5 minutos.
A continuación humedece un paño y coloca hielo dentro, déjalo 4 minutos sobre la zona.
Vuelve a repetir la aplicación con calor, esta vez disminuye 1 minuto déjalo 3 minutos en el sitio del dolor.
Seguidamente coloca de nuevo un paño frío durante 2 minutos en la contractura.
Finalmente insiste durante 1 minuto con una toalla caliente, en el lugar que has estado tratando.